Agua y alimentación: el frágil equilibrio en la agricultura global
El agua es, sin duda, uno de los recursos más importantes del planeta. Sin embargo, muchas veces olvidamos su papel central en una actividad de la que todos dependemos: la agricultura. A pesar de que el 70% del agua dulce disponible se destina a este sector, el cambio climático, la creciente demanda y la mala gestión han puesto en riesgo la disponibilidad de este recurso, afectando directamente la seguridad alimentaria global.
La agricultura no puede existir sin agua. Cada fruto, cada verdura y cada grano de arroz o trigo que consumimos ha requerido agua en alguna etapa de su producción. No obstante, en muchas regiones, los agricultores enfrentan sequías prolongadas o tienen acceso limitado a fuentes de agua, lo que repercute directamente en la capacidad de producir alimentos de manera eficiente. Menos agua, menos cultivos. Menos cultivos, más inseguridad alimentaria.
El último análisis del Word Resources Institute (WRI) muestra que una cuarta parte de los cultivos del mundo se cultivan en zonas donde el suministro de agua está muy estresado, es muy inestable o ambas cosas. De hecho, el arroz, el trigo y el maíz, que proporcionan más de la mitad de las calorías alimentarias del mundo, son particularmente vulnerables: el 33% de estos tres cultivos básicos se producen utilizando suministros de agua que están muy estresados.
En este sentido, algunos países ya están lidiando con la tensión entre la producción de alimentos y la seguridad hídrica. En la India, casi 270 millones de toneladas (o alrededor del 24% de la producción agrícola total del país) se cultivan en cuencas hidrográficas que utilizan más agua de la que se puede reponer de forma natural, llevando al país a recurrir a soluciones no sostenibles a largo plazo como el bombeo de aguas subterráneas no renovables y el desvío de sus ríos.
El desafío de alimentar a 10 mil millones de personas
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) estima que, para 2050, la demanda de alimentos aumentará en un 60% debido al crecimiento de la población. Cumplir con ello será uno de los mayores desafíos a los que nos enfrentemos, pues la escasez de agua no solo afectará a las zonas más áridas o a países en vías de desarrollo, sino que tendrá un impacto global. Los mercados alimentarios internacionales son interdependientes, y una disminución en la producción de alimentos en una región puede desestabilizar los precios y el acceso en todo el mundo.
Para satisfacer estas necesidades, la producción agrícola global deberá aumentar en un 50%. De este modo, no solo se trata de cultivar más alimentos, sino también de hacerlo de manera sostenible, utilizando el agua de manera eficiente. Es aquí donde las innovaciones tecnológicas juegan un papel clave. La agricultura de precisión, la expansión de sistemas de riego más avanzados, la adopción de cultivos resistentes a la sequía y la mejora de la infraestructura hídrica son esenciales para evitar una crisis alimentaria global.
Además, la reducción del desperdicio alimentario también es una parte crucial de la ecuación. Según la FAO, un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdician, lo que equivale a una enorme cantidad de agua que ha sido utilizada innecesariamente. Adoptar hábitos de consumo más sostenibles puede aliviar parte de la presión sobre el sistema hídrico.
Derecho a los alimentos para una vida y un futuro mejores
El Día Mundial de la Alimentación 2024, celebrado el 16 de octubre, se centró en el derecho a una alimentación nutritiva, segura y accesible bajo el lema “Derecho a los Alimentos para una vida y un futuro mejores”. Este evento destacó la necesidad urgente de transformar los sistemas agroalimentarios para hacer frente al hambre y la malnutrición, que afectan a miles de millones de personas en todo el mundo.
En este sentido, en el Diálogo de Roma sobre el agua relacionado con el Marco mundial sobre la escasez de agua en la agricultura, la FAO ha dejado claro su compromiso en fomentar un mayor apoyo político (políticas, marcos jurídicos e institucionales y acceso a financiación) y una gobernanza responsable del agua con el objetivo de hacer frente a los efectos de su escasez; así como recuerda la importancia de la seguridad alimentaria mundial, creando sistemas agroalimentarios sostenibles, resilientes e inclusivos y situando la agricultura y el agua en el centro de los debates internacionales sobre el cambio climático.
Cosechando con responsabilidad: el balance entre agua y alimentos
La escasez y la variabilidad del suministro de agua no significan automáticamente una crisis. Con las políticas adecuadas que aborden el nexo entre la producción de alimentos, la gestión y la conservación del agua, las empresas y los gobiernos pueden garantizar que los graneros permanezcan llenos.
Es fundamental entender que la seguridad alimentaria no depende solo de la cantidad de tierra cultivable, sino de la cantidad y calidad de agua disponible. Cada gota cuenta. Y si bien la agricultura es el pilar sobre el que se sostiene nuestro suministro de alimentos, es el agua la que le da vida. Desde Almar Water Solutions facilitamos el acceso al recurso en regiones donde es limitada, lo que es crucial para la producción agrícola. Nuestro enfoque en la sostenibilidad, la innovación y la eficiencia hídrica tiene un impacto positivo en la seguridad alimentaria, el desarrollo económico y la adaptación al cambio climático, lo que refuerza la capacidad de las comunidades agrícolas para afrontar los desafíos futuros.
Enfrentar el reto de la escasez de agua es una responsabilidad colectiva, y comienza por reconocer que el agua, más que un simple recurso, es la base misma de nuestra supervivencia alimentaria.
Bibliografía
One-quarter of World’s Crops Threatened by Water Risks. World Resources Institute.